Nice day. . .

Si el silencio colapsa mis dedos no entenderé jamás qué es lo que hace que surja. Que contemple mi serenidad desde otra perspectiva, que el resto no entienda cómo va el sistema. Lo satisfactorio de esto mío, de mi entender, de sus sentencias. Momentáneamente esta hoja en blanco va ocupándose de mi pensamiento, va tocando lugares ocultos, hace de un comienzo la misma historia, de un diálogo esta monotonía que ocupa los días con tanta paciencia. Y es por eso por lo que uno se plantea continuar, y cuestionarse un por qué no. Hasta el punto de sanar el tiempo con su temperamento. Pretendía así otro comienzo, una manera distinta de intentarlo...

Plomo. . .

Competitividad. La que me rodea y ahoga como si la fuerza del pisotear ganase ante cualquier tipo de raciocinio. Como si el mejor hubiese obtenido prioridad y lo normal sea lo bajo, el suelo más asequible; minusvalorar lo normal y querer seguir siéndolo. Pasar desapercibida sin la persecución más aplastante. Entienda así que mi vuelo es a ras del suelo, aquí se está mejor. Confundimos conceptos. Nos intoxicamos. Contaminamos nuestras palabras con la intención de superarnos, en busca del mejor calificativo. Nos envenenamos escupiendo sabiduría que no poseemos, sin ver que este superar ha devorado al respeto, la calma, la amistad. Una buena conversación, una opinión sin intenciones. Necedad que corroe, que infecta cada una de mis pretensiones. Que me tachen. 

Mistic. . .

A medida que avanzan estas piedras.... A medida que avanzan, dejan de ser camino para perturbarse, creando un suyo, un mio, un nuestro que no entiende de pretensiones ni de realidades opuestas, paralelas o efectivas. Que aquí no hay luz que alumbre tanta estrella, ni canción que calme tanta mierda.

Small. . .

Mientras el viento le da en la cara, gira la cabeza hacia un lado, hacia otro y cruza. Observa el pelo de una niña revoloteando al aire, un señor que pide un café, una mirada en la esquina, sueños que andan sin destino. Un curriculum, una esperanza; gracias, ya te llamaremos. Continúa, se sujeta la falda del vestido, un escaparate le llama la atención, envidia su silueta, agacha la cabeza y sigue. Lo ve a lo lejos, le invade la indecisión ¿Voy o no voy? ¿Me acerco o no? Se hace ver, disimula, se acerca con un beso en los labios.
Le ha echado de menos.

Singular. . .

Quizás sólo es este goteo acompañando al tic tac de su compañero. No para.
No va al ritmo de mi respiración, ni me permite continuar sin hacer nada. Me demuestra todo lo que pierdo, el tiempo que se me escapa, las veces de un aburrimiento que casi mata y, a la vez, consuela de esta soledad que no merece ni el amargo de estas palabras. De ingrata van estos días, que ni pulen ni hacen herida. No tengo tiempo para hacer nada, ni voz para repetirme de nuevo. No quiero, pereza. Pereza, que se adueña de mis horas, que hace un malestar repentino, qué inútil. Y es que a este paso, dónde marcho, dónde sigo, ni la vida ni la voz dan respuesta ni camino.

Legend. . .

Aquella noche eras todo lo que necesitaba, el susurro que me conquistase y la caricia que me templaría. Eras de una estructura infranqueable, de una rendición extrema, de un placer infinito. Eras la magia que necesitaban mis sentidos y la debilidad de mis fuerzas. Eras verdad, mentira y deseo. Eras grandioso.  Al igual que la melodía entre tantos viceversas, entre tantas apariencias y engaños. Eras mi oportunidad de robarte aquella noche en la que el insomnio te perdonaba, darle un hogar a esas manos un día de lluvia y una melodía a tus oídos ante el goteo incesante.Y es por eso por lo que tu cuerpo no fue más que un circuito de todo lo que había pensado en las noches sin ti y, sin saber el camino, supe recorrerte y descifrar lo que no había sido contado, contándote lo que no te había descifrado.

Better. . .

Mi posición no ha sido del todo acertada en lo que llevamos de convenio, ni he tenido ventaja alguna sobre sus palabras y, en cierto modo, no tendría ni la mitad de voluntad en ellas si no fuera porque he visto más mal en mí del que pueda murmurar. Es por eso por lo que ingenio meticulosidades efímeras, que si después las olvido es cosa mía y no incumbe, ni a mínimos, a sus molestias. Por eso no se oye nada, por eso mi silencio es la respuesta.
"La envidia es la religión de los mediocres. Los reconforta, responde a las inquietudes que los roen por dentro y, en último término, les pudre el alma y les permite justificar su mezquindad y su codicia hasta creer que son virtudes y que las puertas del cielo sólo se abrirán para los infelices como ellos, que pasan por la vida sin dejar más huella que sus traperos intentos de hacer de menos a los demás y de excluir, y a ser posible destruir, a quienes, por el mero hecho de existir y de ser quienes son, ponen en evidencia su pobreza de espíritu, mente y redaños. Bienaventurado aquel al que ladran los cretinos, porque su alma nunca les pertenecerá". El Juego del Ángel - Carlos Ruiz Zafón.

Fuel. . .

Ese día se dio cuenta de que las piezas del puzzle estaban del revés, que le habían dado la espalda, que se resistían a encajar, que no quería, que era más fácil cerrar la puerta, llenar la habitación, sollozar una verdad que cada día insistía en su pesar. Que era como un alma en pena, de esas que se ofenden de pensarse, de verse en un espejo y no reconocer sus pensamientos ¿Entendería que, de alguna manera, su ser perdería el sentido en cuanto alguien cortase la mitad de su naranja? No entendía el significado de su timón, de su certeza. Y aun con ello, vagaba por aquellas calles ordinarias, apacibles, interminables, insistiéndose no volver.

Hoy. . .

Hoy sólo soy desierto.

X+1

Vería cada una de esas opciones si no fuera porque la mitad de su sustancia remite a mis dolencias. Vería que la sentencia final de todos aquellos datos tenía la más remota posibilidad de ser mi base si no fuera por la cantidad de vicios que la cegaban. Tenía intenciones más asquerosas que manchar aquellas sábanas, y aun así, no llegue ni a tu despertar ni a mi vestimenta. Conseguíría observar y fijarme en tus huellas de no haber sido por la cantidad de distracciones a la que me sometían tus sentidos.