Plomo. . .

Competitividad. La que me rodea y ahoga como si la fuerza del pisotear ganase ante cualquier tipo de raciocinio. Como si el mejor hubiese obtenido prioridad y lo normal sea lo bajo, el suelo más asequible; minusvalorar lo normal y querer seguir siéndolo. Pasar desapercibida sin la persecución más aplastante. Entienda así que mi vuelo es a ras del suelo, aquí se está mejor. Confundimos conceptos. Nos intoxicamos. Contaminamos nuestras palabras con la intención de superarnos, en busca del mejor calificativo. Nos envenenamos escupiendo sabiduría que no poseemos, sin ver que este superar ha devorado al respeto, la calma, la amistad. Una buena conversación, una opinión sin intenciones. Necedad que corroe, que infecta cada una de mis pretensiones. Que me tachen. 

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