Fuel. . .

Ese día se dio cuenta de que las piezas del puzzle estaban del revés, que le habían dado la espalda, que se resistían a encajar, que no quería, que era más fácil cerrar la puerta, llenar la habitación, sollozar una verdad que cada día insistía en su pesar. Que era como un alma en pena, de esas que se ofenden de pensarse, de verse en un espejo y no reconocer sus pensamientos ¿Entendería que, de alguna manera, su ser perdería el sentido en cuanto alguien cortase la mitad de su naranja? No entendía el significado de su timón, de su certeza. Y aun con ello, vagaba por aquellas calles ordinarias, apacibles, interminables, insistiéndose no volver.