Home, sweet home. . .

En aquel momento protestaba por la simple consecuencia de tener un futuro indeciso en frente. Consecuencias. Se agobiaba de pensarlas, de predecirlas, de intentar cazarlas. Ser la protagonista sin intervenciones ajenas y gobernar en lo que apenas veía era un objetivo bastante efímero, pero que la dejaba sentirse completa. Como quién tiene un par de galletas y la idea de endulzarse con ellas, ignorando que siempre incluían una piedra de sal entre tanto chocolate. Y era ese absurdo el que le replanteaba sus pasos y la inteligencia de sus suspiros, a la vez que trataba de sumergirse en un sueño inconcluso, que no llegaba a nada, que maltrataba sus sentidos a partir de una idea tan dulce como aquella arena.

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